L’Arxiu Municipal recorda la contractació d’un nou metge per part de l’Ajuntament fa 151 anys

El Consistori va contractar en 1869 els serveis d’un nou mèdic cirurgià davant els nombrosos malalts pobres de la localitat, molts d’ells instal·lats en l’antic Hospital. Les despeses de manteniment eren sufragats per l’Ajuntament i els donatius dels crevillentins

Crevillent (15/09/2020).- Corria l’any 1869 quan Crevillent comptava amb 2.100 veïns o caps de família i 8.223 habitants, la majoria dedicats a l’agricultura i la producció d’estores, aquest sector econòmic cada vegada en major auge.

La pobresa de molts crevillentins, sobretot de les zones de coves de Llorens, Planelles o Ángel, i la precària sanitat pública del moment, comprenia tan sols els serveis d’un metge titular, Joaquín Ruiz Guilabert, un cirurgià, Francisco Tarantino Arbolí, i una comadrona, Salvadora Simó, sent una de les seues prioritats atendre els més necessitats de manera totalment gratuïta.

L’Ajuntament, presidit llavors per José Janot, es lamentava així de la situació que vivia la nostra vila: “la població es trobava en mal estat respecte a facultatiu en medicina i cirurgia, perquè havent-hi un només d’aquella facultat, per grans que siguen els seus esforços i bons desitjos, no pot atendre com deguera a l’assistència dels pobres”.

Malgrat les difícils circumstàncies que travessava l’Ajuntament, Tomás Poveda és nomenat mèdic cirurgià interí, amb un salari de 200 escuts anuals a càrrec del Consistori, ja que els sanitaris formaven part del personal municipal, igual que, per exemple, els mestres d’escola.

El pressupost municipal ordinari, en el capítol destinat a la Beneficència, incloïa totes les despeses dels medicaments per als pobres, que eren adquirits en les dos farmàcies de la vila, la del carrer Sant Roque i una altra al carrer Pilota (hui Ramón y Cajal); també el pressupost recollia el salari de les nodrisses dedicades a la lactància de xiquets orfes i pobres, així com també el socors i conducció de transeünts malalts, en un antecedent del que hui són els serveis socials, els quals s’allotjaven a l’Hospital de la població, en l’actual carrer Santa Anastasia, que des del segle XVIII albergava a aquests malalts pobres, les despeses dels quals estaven subvencionades pel propi Ajuntament.

Per a cobrir en la mesura que siga possible les necessitats d’aquests malalts pobres, l’Hospital rebia donatius dels forns locals, un total d’onze forns situats en el centre històric, a més dels carrers Pedro Soler, Trinidad i Camposanto, així com part de les almoines dels fidels devots de la parròquia de Nostra Senyora de Betlem, tot això degudament anotat en un llibre-registre pel capellà rector, amb la finalitat d’evitar que hi haguera cap tipus de frau.

L’auxili als més necessitats i altres temes relacionats eren tractats per la Junta Municipal de Beneficència, formada per l’alcalde, el capellà rector, dos ciutadans i el metge titular. En l’actualitat la situació de necessitat de molts col·lectius provocada pel COVID-19, ha rebut la resposta tant de les administracions com dels ciutadans, igual que fa 151 anys ho van fer l’Ajuntament i els crevillentins amb la contractació de més professionals sanitaris i el lliurament de menjar als pobres.

 

El Archivo Municipal recuerda la contratación de un nuevo médico por parte del Ayuntamiento hace 151 años

  • El Consistorio contrató en 1869 los servicios de un nuevo médico cirujano ante los numerosos enfermos pobres de la localidad, muchos de ellos instalados en el antiguo Hospital. Los gastos de mantenimiento eran sufragados por el Ayuntamiento y los donativos de los crevillentinos

Crevillent (15/09/2020).- Corría el año 1869 cuando Crevillent contaba con 2.100 vecinos o cabezas de familia y 8.223 habitantes, la mayoría dedicados a la agricultura y la producción de esteras, este sector económico cada vez en mayor auge.

La pobreza de muchos crevillentinos, sobre todo de las zonas de cuevas de Llorens, Planelles o Ángel, y la precaria sanidad pública del momento, comprendía tan sólo los servicios de un médico titular, Joaquín Ruiz Guilabert, un cirujano, Francisco Tarantino Arbolí, y una comadrona, Salvadora Simó, siendo una de sus prioridades atender a los más necesitados de manera totalmente gratuita.

El Ayuntamiento, presidido entonces por José Janot, se lamentaba así de la situación que vivía nuestra villa: “la población se hallaba en mal estado respecto a facultativo en medicina y cirugía, pues habiendo uno sólo de aquella facultad, por grandes que sean sus esfuerzos y buenos deseos, no puede atender como debiera a la asistencia de los pobres”.

A pesar de las difíciles circunstancias que atravesaba el Ayuntamiento, Tomás Poveda es nombrado médico cirujano interino, con un salario de 200 escudos anuales a cargo del Consistorio, ya que los sanitarios formaban parte del personal municipal, al igual que, por ejemplo, los maestros de escuela.

El presupuesto municipal ordinario, en el capítulo destinado a la Beneficencia, incluía todos los gastos de los medicamentos para los pobres, que eran adquiridos en las dos farmacias de la villa, la de la calle San Roque y otra en la calle Pelota (hoy Ramón y Cajal); también el presupuesto recogía el salario de las nodrizas dedicadas a la lactancia de niños huérfanos y pobres, así como también el socorro y conducción de transeúntes enfermos, en un antecedente de lo que hoy son los servicios sociales, los cuales se hospedaban en el Hospital de la población, en la actual calle Santa Anastasia, que desde el siglo XVIII albergaba a estos enfermos pobres, cuyos gastos estaban subvencionados por el propio Ayuntamiento.

Para cubrir en la medida de lo posible las necesidades de estos enfermos pobres, el Hospital recibía donativos de los hornos locales, un total de once hornos situados en el casco histórico, además de las calles Pedro Soler, Trinidad y Camposanto, así como parte de las limosnas de los fieles devotos de la parroquia de Nuestra Señora de Belén, todo ello debidamente anotado en un libro-registro por el cura párroco, con el fin de evitar que hubiera ningún tipo de fraude.

El auxilio a los más necesitados y otros temas relacionados eran tratados por la Junta Municipal de Beneficencia, formada por el alcalde, el cura párroco, dos ciudadanos y el médico titular. En la actualidad la situación de necesidad de muchos colectivos provocada por el COVID-19, ha recibido la respuesta tanto de las administraciones como de los ciudadanos, al igual que hace 151 años lo hicieron el Ayuntamiento y los crevillentinos con la contratación de más profesionales sanitarios y la entrega de comida a los pobres.

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