Crevillent (07/08/2020).- Una de les festes amb major arrelament i tradició crevillentina des del segle XVIII és, sens dubte, la celebrada en honor a Sant Gaietà, importada per la senyora duquessa de Aveiro, consort del duc d’Arcs, després de la seua estada a Roma coincidint amb la canonització del sant en 1671.
Per part seua, el cronista de la vila Anselmo Mas Espinosa afirma que aquesta festa es va instituir l’any 1696, amb motiu d’haver-se lliurat el poble d’una gran epidèmia de cucs.
Sufragant totes les despeses el senyor territorial, es va construir una ermita en la serra a la fi del segle XVII amb la seua corresponent imatge per a la veneració, on va romandre -no sense moltes vicissituds-, fins a 1826, quan va baixar per a quedar-se definitivament en la parròquia de La nostra Senyora de Betlem.
En l’antiga parròquia tenim constància d’una capella en honor al sant, almenys des de 1778, coincidint amb la donació del Calvari pel senyor territorial que quedava com a patrimoni de l’església, amb la condició de celebrar, entre altres coses, els focs artificials amb motiu de les festes en honor al sant de Thienne.
Prompte l’Ajuntament va assumir les despeses del sermó i missa celebrats el 7 d’agost, a més d’instal·lar la fira en el Calvari. Tot es preparava amb cura i el Consistori contractava els serveis d’un fuster, encarregat de construir els llocs per als firaires i un tablat per a tocar els músics que amenitzaven les vetlades, celebrant aquesta festa amb gran pompa i solemnitat, excepte en comptades ocasions, com en l’estiu de 1885, amb motiu de l’epidèmia de còlera.
Aquesta tradició estival es va mantindre fins a 1935, tal com reflecteix aquest fragment del crevillentí Joaquín Galiano:
“Se abandona el veraneo para venir a la feria de San Cayetano. Muchas sandías y la mejor horchata del mundo. ‘Ella’ se ofende porque ‘él’ le ha eludido en la feria la compra de una chuchería.”
Amb l’arribada del conflicte civil (1936-1939), la festa va ser suprimida, reprenent-se de nou en 1940, al costat d’altres com el Corpus, la Immaculada o el Cor de Jesús.
La correspondència d’entrada de l’Ajuntament conserva moltes de les sol·licituds dels firaires, demanant autorització per a col·locar els seus llocs i casetes “com a anys anteriors al 36” i en les quals comprovem que aquests procedien de localitats com Vinaròs, Villena, Rojales, Alacant, Torrevella, Granja de Rocamora, Cox, Albaida o fins i tot, Badajoz.
En la fira podíem trobar una gran varietat de productes, inclosos llocs de menjar, com ametla, cigrons, així com dolços i confitura. A més, hi havia bijuteria, articles de pell, quincalla, paraigües, ventalls, ganivets, perfums i per descomptat, joguets, a més d’instal·lar-se la fira de cavallets, tir al blanc, roda de bicicletes, “bolados” de cadenes, gronxadors i la tómbola.
Com a curiositat, una de les sol·licituds de José Carbonell, des de Novelda, demana expressament:
“que tenga la bondad de decirme si hacen feria este año y si acen feria, me dirá usted si puede ser, ponerme 12 metros de caseta, pero en la plaza de abajo, pues este año no habrán muchos feriantes, si usted quiere, sí que podrá ser, pues sabe usted que arriba no se puede del aire que hace”.
Cal tindre en compte que el Calvari era una planícia elevada i a penes hi havia res urbanitzat. La fira arrancava des de la Plaça Chapí fins al Passeig del Calvari, la qual cosa ens permet fer-nos la idea de l’envergadura que tenia aquesta festa a Crevillent durant el mes d’estiu, amb gran ambient i bullícia durant els dies de festa, convertint-se en lloc de trobada social i d’oci de tots els crevillentins.
El canvi del període vacacional al mes d’agost va ser una de les principals causes de la desaparició de la Fira de Sant Gaietà, atés que la gent es trasllada a les seues residències en el camp o a les platges pròximes, entre elles El Pinet. La correspondència d’entrada de l’Ajuntament és una sèrie que ens ofereix dades de molt diversa índole, aquest cas, de caràcter festiu, relacionada amb la devoció crevillentina a Sant Gaietà.
La Feria de San Cayetano, protagonista del Documento del mes de agosto del Archivo Municipal
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El cambio del periodo vacacional al mes de agosto fue una de las principales causas de la desaparición de la Feria de San Cayetano dado que la gente se trasladaba a sus residencias en el campo o en las playas próximas como El Pinet
Crevillent (07/08/2020).- Una de las fiestas con mayor arraigo y tradición crevillentina desde el siglo XVIII es, sin duda, la celebrada en honor a San Cayetano, importada por la señora duquesa de Aveiro, consorte del duque de Arcos, tras su estancia en Roma coincidiendo con la canonización del santo en 1671.
Por su parte, el cronista de la villa Anselmo Mas Espinosa afirma que esta fiesta se instituyó el año 1696, con motivo de haberse librado el pueblo de una gran epidemia de gusanos.
Sufragando todos los gastos el señor territorial, se construyó una ermita en la sierra a finales del siglo XVII con su correspondiente imagen para la veneración, donde permaneció -no sin muchas vicisitudes-, hasta 1826, cuando bajó para quedarse definitivamente en la parroquia de Nuestra Señora de Belén.
En la antigua parroquia tenemos constancia de una capilla en honor al santo, al menos desde 1778, coincidiendo con la donación del Calvario por el señor territorial que quedaba como patrimonio de la iglesia, con la condición de celebrar, entre otras cosas, los fuegos artificiales con motivo de las fiestas en honor al santo de Thienne.
Pronto el Ayuntamiento asumió los gastos del sermón y misa celebrados el 7 de agosto, además de instalar la feria en el Calvario. Todo se preparaba con esmero y el Consistorio contrataba los servicios de un carpintero, encargado de construir los puestos para los feriantes y un tablado para tocar los músicos que amenizaban las veladas, celebrando esta fiesta con gran pompa y solemnidad, salvo en contadas ocasiones, como en el verano de 1885, con motivo de la epidemia de cólera.
Esta tradición estival se mantuvo hasta 1935, tal y como refleja este fragmento del crevillentino Joaquín Galiano:
“Se abandona el veraneo para venir a la feria de San Cayetano. Muchas sandías y la mejor horchata del mundo. ‘Ella’ se ofende porque ‘él’ le ha eludido en la feria la compra de una chuchería.”
Con la llegada del conflicto civil (1936-1939), la fiesta fue suprimida, reanudándose de nuevo en 1940, junto a otras como el Corpus, la Inmaculada o el Corazón de Jesús.
La correspondencia de entrada del Ayuntamiento conserva muchas de las solicitudes de los feriantes, pidiendo autorización para colocar sus puestos y casetas “como años anteriores al 36” y en las que comprobamos que éstos procedían de localidades como Vinaroz, Villena, Rojales, Alicante, Torrevieja, Granja de Rocamora, Cox, Albaida o incluso, Badajoz.
En la feria podíamos encontrar una gran variedad de productos, incluidos puestos de comida, como almendra, garbanzos, así como dulces y confitura. Además, había puestos de bisutería, artículos de piel, quincalla, paraguas, abanicos, cuchillos, perfumes y por supuesto, juguetes, además de instalarse la feria de caballitos, tiro al blanco, rueda de bicicletas, bolados de cadenas, columpios y la tómbola.
Como curiosidad, una de las solicitudes de José Carbonell, desde Novelda, pide expresamente:
“que tenga la bondad de decirme si acen feria este año y si acen feria, me dirá usted si puede ser, ponerme 12 metros de caseta, pero en la plaza de abajo, pues este año no abrán muchos feriantes, si usted quiere, sí que podrá ser, pues sabe usted que arriba no se puede del aire que ace”.
Hay que tener en cuenta que el Calvario era una planicie elevada, entorno a la cual apenas había nada urbanizado y la feria arrancaba desde la Plaza Chapí hasta el Paseo del Calvario, lo que nos permite hacernos la idea de la envergadura que tenía esta fiesta en Crevillent durante el mes de verano, con gran ambiente y bullicio durante los días de fiesta, convirtiéndose en lugar de encuentro social y de ocio de todos los crevillentinos.
El cambio del periodo vacacional al mes de agosto fue una de las principales causas de la desaparición de la Feria de San Cayetano, dado que la gente se traslada a sus residencias en el campo o en las playas próximas, entre ellas El Pinet. La correspondencia de entrada del Ayuntamiento es una serie que nos ofrece datos de muy diversa índole, este caso, de carácter festivo, relacionada con la devoción crevillentina a San Cayetano.